Tánger se encuentra a tan solo unas horas en avión desde Madrid o Barcelona y a un paso en ferry de la costa gaditana, sin embargo, la sensación al pisar la ciudad es la de haber cruzado mil mundos. Crisol de culturas, a caballo entre dos continentes, reposa tranquila a orillas del Mar Mediterráneo. Por sus calles han deambulado infinidad de viajeros, artistas, pintores, escritores y fotógrafos que han admirado la belleza singular de este rincón africano.
Aquí la vida, como en casi todas las ciudades de Marruecos, transcurre ajetreada y bulliciosa. Uno se puede perder fácilmente por los zocos de la medina, muy animados, o sentarse a tomar un té en alguno de los numerosos cafés o terrazas que circundan las plazas de la ciudad y contemplar el ritmo frenético de los transeúntes. Pero además, el viajero también se podrá relajar, entre tanta agitación, contemplando la bahía desde el “Borj El Baroud” y si hay suerte, en un día despejado, alcanzar con la vista la costa gaditana.
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